miércoles, 18 de diciembre de 2013

NUESTRA CONDUCTA


Dicen que la curiosidad mató al gato. A nosotros a veces nos mata la estupidez. Yo llamo estupidez a la conducta a través de la cual el ser humano elige el sufrimiento y el castigo cuando puede dejarlos de lado. Podemos tener muchos conceptos filosóficos y explicárnoslo de muchas formas diferentes. Pero es estupidez. A veces se convierte en adicción: un ciclo tan fuerte que se repite una y otra vez, y al final resulta difícil de romper. Pero el principio es siempre el mismo: elegimos hacernos daño una y otra vez hasta que el hábito se haya bien establecido.

Y la forma de dejar de hacerlo: Es dejar de hacerlo.

Poco a poco el hábito se hace. Poco a poco el hábito se deshace.

Poco a poco el daño se intensifica. Poco a poco el daño disminuye.

Porque si pudimos herirnos, también podemos sanarnos.

A veces no es necesario que alguien nos traiga un regalo de dolor: nosotros se los arrebatamos.

Actuamos como salvadores y absorbemos daños de otra gente, sólo para sentirnos importantes, aunque esa persona no estuviera interesada en su felicidad, ni agradeciera nuestra acción. Y no estoy hablando de las acciones virtuosas o caritativas legítimas. Estoy hablando de cuando violas tu propia integridad y tu sentido del bienestar y el auto-respeto para sentir que eres “buena gente” (gente estúpida, jaja, que elige un daño pudiéndolo evitar); y de paso le arrebatas a la gente el privilegio de madurar y de aprender de sus propios errores.

Piénsalo de esta manera: sigue con él la forma de pensar que lo hizo cometer una acción dañina, así que estás garantizando que se siga haciendo daño en el futuro. Porque tú sólo le quitaste las consecuencias de sus actos, y él nunca aprendió que su acción era perjudicial.

Ayuda. Pero no enseñes a la gente a ser irresponsable.


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