Ser
Feliz es, en gran medida, una elección personal.
Y
Ser Feliz es una responsabilidad que hay que asumir dedicándole
atención plena y prioridad preferente.
No
somos más felices porque no sabemos con qué o con cuánto es
suficiente para ser feliz.
En
más de una ocasión hemos sentido la sensación de plenitud de
felicidad con un encuentro, una sonrisa, o una llamada… sin más.
Todos
hemos visto personas que, aun no teniendo posesiones, y viviendo en
unas condiciones duras, son felices.
Todos
hemos asistido a una conversación en que uno acaba diciendo, más o
menos, “se puede ser feliz con cualquier cosita…”
La
infelicidad se basa, en gran medida, en las inconscientes
preocupaciones que todos tenemos.
Sabemos,
y le estamos dando vueltas continuamente aunque no nos demos cuenta,
que un hijo tiene un problema, que en la casa hay que hacer una
reparación, que notamos distante a una amiga, que nos vamos haciendo
mayores, que nos falta nuestra amada madre… y eso espanta a la
felicidad.
Nos
gustaría tenerlo todo y que todo fuera perfecto a nuestro alrededor.
Gastamos
demasiada energía, demasiada atención, y demasiado tiempo, en
añorar lo que ya no tenemos, lo que no se ha cumplido, lo imposible…
Y
ese tiempo que dedicamos a ello podríamos invertirlo mejor en estar
presentes en el presente, en disfrutar lo que somos y lo que tenemos
a nuestro alcance
La
felicidad se manifiesta en los momentos en que nuestra mente no está
divagando en sus pre-ocupaciones, en que estamos en contacto
solamente con nuestro centro, y cuando no estamos distraídos con
otras cosas.
Decimos
en muchas ocasiones, de esos que saben ser felices a menudo, que son
“unos irresponsables”.
¿Será
que es bueno ser “un irresponsable”?
¿Será
que a veces nos estancamos en el papel que nosotros llamamos
“responsable” y no nos damos permiso para disfrutar la felicidad?
¿Será
que a medida que nos vamos haciendo mayores creemos que tenemos que
ser serios?
Creo
que sólo se es feliz cuando se usa el corazón.
La
felicidad no es un asunto de la razón.
Piensa
en los momentos en que te hayas sentido absolutamente feliz, y verás
que tienen cosas en común: No estabas pendiente de otra cosa más
que de aquello que activó tu felicidad, y lo que te produjo
felicidad no era algo material.
Comprar
un coche nuevo o una nueva casa, un ascenso en el trabajo, gastar
dinero, una buena comida en un buen restaurante… eso te produce
satisfacción, entusiasmo, placer, euforia, contento, una especie de
alegría… y todo eso está muy bien, pero eso no es la felicidad:
eso son momentos puntuales en el tiempo que van desapareciendo.
La
suma de alegrías, risas, sonrisas, satisfacción, diversión, buen
humor, placer… aun no siendo la auténtica felicidad –porque son
efímeras- sí que provocan una “sensación” de felicidad, una
“sensación” que se parece bastante a la felicidad –que es
menos aparatosa, y es más discreta y prudente-; la parte buena es
que predisponen en buena medida a ser feliz porque provocan un
optimismo que alienta a relacionarse bien con la felicidad.
Ser
feliz no es estar alegre, eso ya lo sabemos, si bien estar alegre
puede ser una manifestación de ser feliz.
Ser
feliz se puede manifestar como una serenidad que no requiere
demostraciones externas –aunque se aprecia en la mirada, en la
sonrisa y en el aura-.
La
felicidad no es eufórica, es casi invisible, porque es un
sentimiento interior que se parece más a la paz que a cualquier otra
cosa.
Es
una satisfacción íntima con uno mismo, resultado de una aceptación
de Sí Mismo, y de su pasado y su presente.
Cualquier
oposición a la aceptación total impide la manifestación de la
felicidad.
Y
esa aceptación necesita una comprensión de todo lo que haya hecho
uno en el pasado: lo que se pueda calificar como “malo” y lo que
haya estado bien. Comprensión de que uno actuó del modo que
consideró adecuado o del modo que le permitieron sus capacidades o
circunstancias de entonces. Y he escrito “comprensión”, y no
“perdón”. Porque no hay nada que perdonar ni auto-perdonarse.
Eso sólo mostraría una especie de superioridad y prepotencia del
que perdona hoy al que fue ayer.
Ser
feliz se basa, básicamente, en encontrarse bien de Autoestima, en
tener una buena relación con Uno Mismo, en saber apreciar la vida y
sus cosas, en saber renunciar a lo imposible y no obsesionarse con la
consecución de utopías, en comprender que no se puede tener todo ni
ser el mejor, en saber aceptar y saber renunciar, en darse cuenta de
que lo que verdaderamente vale y es importante es cultivar la
relación consigo mismo, y admitirse sin condiciones en lo que uno
llama equivocadamente sus “imperfecciones” y sus “fracasos”.Sólo
serás feliz si realmente te propones ser feliz y eliminas tus
propias oposiciones.
Permítete ser feliz… y serás feliz.
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