La
definición del presente puede variar según la persona. Algunos lo
definirían como un día o quizás una etapa de su vida. Otros como
una milésima de segundo o como una hora. La Real Academia Española
lo define como el “tiempo que sirve para denotar la acción o el
estado de cosas simultáneos al momento en que se habla.” No
obstante, el presente al que me refiero en este artículo es al del
aquí y el ahora, al momento exacto en el que se está ejecutando una
acción, porque aquí es donde reside la clave para el bienestar
emocional. La naturaleza muestra en todos sus aspectos la necesidad
de respetar el aquí y el ahora para el equilibrio y el bienestar.
Cada
momento tiene su acción, sin luchas y sin batallas: el otoño
muestra la caída de las hojas en sintonía con el viento y la
primavera desencadena preciosos florecimientos de vida nueva.
Antiguamente, en los tiempos de las cavernas, el ser humano realizaba
rituales dedicados a sus tareas cotidianas. Cada tarea tenía su
ritual en el que se ponía especial conciencia a lo que estaba a
punto de ocurrir.
No
obstante, la sociedad actual demanda cada vez más una aceleración
vital que impide al ser humano parar y dedicar el tiempo y la
conciencia suficiente a la tarea que esté ejecutando. El tiempo cada
vez es más valioso y es necesario aprovecharlo al máximo integrando
varias tareas en un mismo espacio de tiempo. Este fenómeno deriva en
la pluriactividad, dando lugar a que se viva como autómatas,
ejecutando acciones de manera programada e inconsciente. Así el ser
humano pasa por la vida con el piloto automático encendido, haciendo
múltiples tareas sin ser plenamente conscientes de nuestras
necesidades o deseos en cada momento y sin disfrutar como realmente
uno se merece. Y en el momento en que algo se descoloca y no se sabe
cómo afrontarlo, aparece el malestar y la “depresión”, surgen
los conflictos interiores, los desequilibrios emocionales, los
desgastes de energía y otros desajustes tanto físicos como
mentales.
Por
ello, es esencial encontrar el equilibrio entre lo que debería ser y
lo que es, entre vivir el presente y ejecutar múltiples tareas para
vivir integrados en esta sociedad.
¿Cuántas
veces te has parado a respirar de forma consciente? ¿Cuántas veces
te has parado a escuchar el cantar de los pájaros? ¿Cuántas veces
has tenido que decirle a alguien que por favor te repita lo que ha
dicho porque no estabas escuchando? Entre tanto tumulto mental y
pluriactividad, no es de extrañar que uno se pierda en sus
pensamientos, en lo que tiene que hacer, en lo que debió decir y no
dijo o en lo que va a preparar para cenar.
Una
de las fases más importantes de la Inteligencia Emocional es el
autoconocimiento, es decir, saber qué se siente, porqué, y para
qué. Algo que resulta realmente complicado cuando se está inmerso
en pensamientos y acciones todo el día. Si
uno quiere estar bien emocionalmente debe vivir en el presente, sea
cual sea su definición exacta, viviendo cada momento, estando
plenamente consciente de lo que pasa dentro y fuera de sí mismo.
La
clave está en encontrar el equilibrio entre la vida automática y la
vida consciente, dedicando tan sólo unos minutos al día a:
1.
Sentir
2.
Poner conciencia
3.
Observar
4.
Conectar
5.
Crear
6.
Intuir
- SENTIR
La
tendencia actual es dar por sentados los cinco sentidos. Parece que
se ha olvidado la importancia del papel que desempeñan y no se
utilizan de la manera adecuada. Utiliza la vista, el oído, el
olfato, el gusto y el tacto. Siente y experimenta con cada uno de
ellos, poniendo especial atención a todos esos olores, sabores,
texturas, colores y sonidos que están ahí, pero no se sienten
debido a la desconexión total del entorno. Entrena de nuevo esos
sentidos.
- PONER CONCIENCIA
Poner
conciencia significa prestar atención y poner intención a lo que se
hace, cómo y para qué se hace. Algo
tan sencillo como salir a pasear puede ser una fantástica
oportunidad para estar presente. En lugar de pensar en lo que se
tiene que hacer mañana, en lo que se debería haber acabado para
esta tarde, o en miles de pensamientos que rondan la cabeza,
simplemente disfruta cada segundo del paseo. Siente la planta de los
pies mientras caminas, siente cómo pisas con firmeza el suelo,
observa a tu alrededor, los árboles, su color, su olor, su textura…
A lo mejor hay un pajarito al lado del árbol, párate y escúchalo.
Mira el cielo, sus colores, las formas de las nubes, siente el viento
en tu piel. Solamente disfruta de cada minuto de ese paseo.
- OBSERVAR
Es
importante tener los ojos y la mente abierta. Observar señales,
reacciones y anotar o recordar lo que se siente cuando ocurren
ciertas cosas, ya que pueden contener información valiosa sobre
nosotros mismos y lo que nos rodea.
Hay
ocasiones en las que uno se siente perdido, pero ésto es bueno, ya
que hace que uno se percate de que algo no va del todo bien. Es
ahí cuando hay que estar más abierto, parar, respirar, ver.
Seguramente las puertas ya están abiertas delante de nosotros, pero
sólo las veremos si ponemos atención.
- CONECTAR
El
primer paso para emprender el camino hacia la IE es el
autoconocimiento. La conexión con nosotros mismos es esencial para
alcanzar un cierto grado de conocimiento personal. Por eso para
conectar con nuestras emociones hay que dejar pasar todas las
distracciones cotidianas que interrumpen el proceso. Ello
o
significa desconectarse del mundo, pero sí que cada uno dedique unos
minutos a sí mismos, a relajarse, respirar, y sentir su corazón.
- CREAR
La
mejor manera de conectarse con uno mismo es dar rienda suelta a
nuestra creatividad, dejando emerger todo aquello que está en el
interior mediante la expresión artística. Cada uno se expresa de
maneras diferentes, ya puede ser mediante la música, la pintura, la
decoración, la jardinería, la fotografía, etc., cualquier cosa que
nos conecte con nuestro ser creativo. La creatividad ayuda al proceso
de conexión y de intuición.
- SEGUIR LA INTUICIÓN
Respirar,
relajarse y conectar con uno mismo facilita el camino para llegar
hasta la intuición. Ésta última necesita alimento diario, igual
que cada órgano del cuerpo. La intuición sólo se alimenta dándole
mucho uso y cariño, confiando en ella plenamente y escuchándola
cuando nos trata de decir algo. El problema radica en que la
intuición no habla en piloto automático y la única manera de
alimentarla es mediante la conexión, la observación, la creatividad
y el estar presente.
Aunque
parezca que son muchos los pasos que hay que seguir para estar
presente y ser consciente de lo que pasa en el interior de uno mismo,
en realidad la clave está en elegir algunos de estos pasos y
trasladarlos a la vida que llevamos para que se vayan integrando con
la práctica y hagan de nosotros unos seres más equilibrados.
El
estar presente viviendo el Aquí y el Ahora abre puertas a nuestro
interior, permitiendo que se halle información importante para el
bienestar y el equilibrio físico, mental y emocional, consiguiendo
así una mayor satisfacción personal y, por tanto, la felicidad.
Samar
Cajal
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