jueves, 2 de enero de 2014

Independencia psicológica

libre de todo tipo de relación obligatoria


 
 
Cuando hablamos de un ser psicológicamente independiente nos referimos a que es libre de todo tipo de relación obligatoria, por lo que carece de un comportamiento dirigido hacia los demás. Es decir, es totalmente libre de hacer algo que si  fuera por los demás ni siquiera se plantearía. Sin lugar a dudas es muy complicado deshacerse de este tipo de dependencia ya que el número de personas que se benefician de la mutua dependencia son muchas. Esto imposibilita muchas veces el abandono del nido.
Cuando una persona abandona el nido se supone que tiene la posibilidad de convertirse en si mismo. Se convierte en lo que en realidad es, viviendo y eligiendo comportamientos que ella misma quiera.
Cuando decimos que dependemos de alguien quiere decir que en esta relación no hemos hecho una elección sino más bien que es una relación en la que te sientes obligado a hacer algo que realmente no deseas y además por otro lado te ofende el tener que actuar así.
Esto es una elección libre, por lo tanto si lo que quieres es eso perfecto, si por el contrario te hace sentir mal y te frustra significa que estás en un punto de fracaso. Más que la relación en si misma lo que crea el problema es esa sensación de obligación, que crea culpa e indignación y rencores.
La independencia psicológica nos permite disfrutar de la vida en compañía de los demás y solos. Aquellas personas que la alcanzan son personas que han aprendido a no necesitar a los demás pero que al mismo tiempo saben y lo pasan bien disfrutando de su compañía. Siempre como un plus pero no como una necesidad vital.
Al saber disfrutar de su independencia también quedan libres de volverse vulnerables y esclavos de la relación con demás. Alcanzar esa independencia es parte de un ciclo natural que todos deberíamos alcanzar. Se debe hacer de forma paulatina y sin que suponga una crisis. Es la culminación de un proceso que bien llevado es completamente sano y positivo.
Esta trampa de la excesiva dependencia se puede dar en las relaciones de padres e hijos, en la educación que les damos a nuestros hijos, relación de pareja, etc.
En cuanto a la relación de pareja se deben evitar las relaciones sumisas y dependientes 100% en todos los sentidos: económica, sentimental, social, etc. El dominio de una de las partes sobre la otra nos es nada beneficiosas para ninguna de las partes.

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