Aprender a vivir
es aprender a caminar despacio y tomarse vacaciones mentales a cada rato. Jugar
a las escondidas y ganarle a la tristeza.
Avistar los
cambios antes de que ocurran. Aprender a vivir es tener el corazón abierto y
cerrado. Es sentir mucho y decir muy poco. Es escuchar y pedir ser escuchado por
los que pueden, no por los que queremos que nos escuchen. Aprender a vivir es
sorprenderse ante el descubrimiento de estar vivos después de la vida, después
del horror y la traición, el desarraigo y la indiferencia. Aprender a vivir es
ver tu nueva cara, planear un viaje del alma y decirte en el momento justo:
Ahora yo!.
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