lunes, 9 de septiembre de 2013

Dejar fluir la tristeza



DEJAR FLUIR LA TRISTEZA

Algunos días son más nostálgicos que otros. El cuerpo queda reducido a la mínima actividad y la mente se distancia. Me pierdo en los recuerdos. Me invade una somnolencia suave y me alejo.
Buenos días tristeza. Hoy eres tú mi compañera. Me dejaré guiar por tu mano a dónde quieras. No voy a luchar contra ti. Tienes tanto derecho como otras emociones a invadirme. Pasaremos el día juntas. Con movimientos lentos, las dos permanecemos sentadas, como ausentes. Es tu día, lo sé. Sin pasión, recordar aquellos momentos, del bullicio que había en casa, de la alegría que desprendían. De las risas, las peleas, los proyectos... Y de repente el golpe seco, la despedida, el silencio. El contacto con una realidad nueva, desconocida, complicada. El dolor hondo de la ausencia y por encima de todo la voluntad de seguir adelante, de comprender, de aceptar.
Acurrucadas las dos en el sofá esperamos que pase el tiempo. Es lo único que podemos hacer hoy para deshacer el nudo, la congoja, el miedo.
Cuando tú, tristeza, te hayas ido será distinto. La mente y el cuerpo despertarán, y la luz encenderá la vida. Entonces volverá a reinar la claridad, la esperanza, el amor y la existencia fluirá con facilidad y dulzura....

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